Poco tiene que ver para algunos la aburrida pesca de la dorada a surfcasting con la entretenida pesca a distancia mediante corcheo o con patena, cebándolas con un buen tirador y buscándolas continuamente en el área de brumeo hasta obtener picadas.
Desde marzo y hasta noviembre podemos encontrar doradas en las costas ibéricas, especialmente en el área mediterránea, donde la bonanza climatológica las hace presentes durante casi todo el año, mientras que en las aguas atlánticas con frecuencia sólo las encontramos durante los meses más cálidos. El caso es que estos peces no siempre se encuentran en la misma orilla de las rocas, para pescarlas cómodamente con flotador y caña larga, ni tampoco a una gran distancia, que nos obligue a recurrir a equipos de surfcasting.
Son muchas las zonas y/o épocas en las que estos animales se encuentran a una distancia media, que podríamos definir como entre veinte y sesenta metros de nuestra posición, lo que nos va a permitir practicar dos modalidades de pesca realmente emocionantes y parecidas, con la diferencia de que en una de ellas se pesca con flotador corredizo y en la otra con plomada, empleando un indicador de picada un poco más arriba del carrete, conocido como “patena”.
La patena, un curioso indicador de picada
La pesca de las doradas a corcheo a cierta distancia tiene sus desventajas cuando trabajamos en ambientes azotados por viento fuerte o corrientes, ya que el aparejo tiende a derivar demasiado rápido y los peces lo ven antinatural, amén del incordio que supone para el pescador tener que estar corrigiendo los lances continuamente para que el cebo esté dentro del área cebada. Cuando esto sucede ha llegado el turno de la pesca a la patena, de eliminar el flotador del aparejo, subir quizá un poco el gramaje de la plomada para evitar la deriva y situar un indicador de picada por encima de la última anilla de la caña, la más cercana al carrete. El aparejo no tiene mayor complicación que la de situar un bajo largo, un emerillón pequeño y una plomada corrida.
El indicador de picada puede ser un tubo de hilo de coser, por ejemplo; tan sólo debe dejar pasar con fluidez el hilo a su través, y a ser posible debería poder encajarse en la anilla de la caña para evitar enredos en el lance del aparejo. Una vez lanzado se desencaja el canuto de la anilla y se deja caer, por su peso, para que quede suspendido en el aire hasta que una picada lo haga elevarse al tensar la línea.
En todo caso siempre debe pescarse con el indicador más liviano posible, ya que es el que menos hará escupir el cebo a los peces, al no sentir el mismo en la mordida, al hacerlo subir, momento de efectuar la clavada.
Cuando esto sucede ha llegado el turno de la pesca a la patena, de eliminar el flotador del aparejo, subir quizá un poco el gramaje de la plomada para evitar la deriva y situar un indicador de picada por encima de la última anilla de la caña, la más cercana al carrete
El equipo: caña fuerte, de 5 a 6 metros
El equipo que compone esta modalidad de las doradas a corcheo es muy básico, componiéndose de una caña sólo para el corcho corrido y de una o dos para la patena, dependiendo del número de picadas. La caña ideal es aquella de cinco a seis metros de longitud, dependiendo de la presencia de rocas en la orilla que puedan dificultar el cobro de las piezas. Son cañas relativamente fuertes, usadas en algunos escenarios del Atlántico para la pesca del sargo, que permiten lanzar lastres de veinticinco a cuarenta gramos aproximadamente a una distancia no muy lejana, de hasta unos cincuenta o sesenta metros. No se precisa ningún carrete específico, y se puede pescar tranquilamente con monofilamento.
Fuente
Si te gusta la pesca de la dorada, no te puedes perder…