¿Son todas iguales?
A pesar de ser esta una pregunta retórica, dejemos claro desde un principio que no. Las coberturas poseen unas características propias fruto de la interacción entre las diferentes estructuras vegetales que la componen. La consecuencia primera de esto se ve reflejada en la densidad y talla de ejemplares a los que el pescador tiene acceso, y digo bien, tiene acceso.
No dejemos que nos confunda la obtención de resultados con la verdadera capacidad de una determinada cobertura para albergar lucios, la actitud y disposición de los mismos en algunas de ellas, serán el factor determinante de nuestro éxito al abordarlas. Atendiendo precisamente a los resultados, hablaremos de áreas de alto, medio y bajo rendimiento. Aprender a localizarlas, discernir unas de otras y conocer su composición, será a la postre tan importante como saber pescarlas correctamente.
Áreas de alto rendimiento
A tenor de los resultados obtenidos, son aquellas que habitualmente contienen más lucios en actitud de caza accesibles al pescador, y por ende, donde las posibilidades de obtener capturas son realmente altas sin a penas efectuar desplazamientos.
De manera común, las áreas de alto rendimiento surgen de la unión de dos o más tipos de coberturas vegetales. Estructuras de rivera como espadañas, juncos y carrizos, junto con coberturas subacuáticas como cabombaceas, potamogeton, hydrillas y ninfáceas, a las que puede unirse una tercera en forma de árboles anegados, relativamente frecuente en los embalses.
De esta combinación surgen auténticos paraísos para el esócido, donde este depredador es capaz de satisfacer todas sus necesidades. Los grandes huecos y pasillos que crea el manto de vegetación bajo la superficie se convierten en un apostadero ideal para la emboscada, al tiempo que la vegetación anegada proporcionan un área de seguridad y descanso, en muchos casos impenetrable.
Áreas de rendimiento medio
De la misma forma que la unión de al menos dos de las estructuras vegetales anteriormente citadas, crean un auténtico vergel, la aparición de las mismas de manera aislada puede condicionar en gran medida nuestras opciones de pesca.
Espadañas, cañaverales y junqueras seguirán conteniendo infinidad de lucios de todas las tallas. No obstante, la propia naturaleza y morfología de este tipo de estructuras hace que sean un lugar mucho más propicio para el descanso que para la caza. Siempre será factible el toparnos con ejemplares activos incrustados en la vegetación de ribera, o muy próximos a la misma, ejemplares que por otra parte, serán una fracción insignificante del total realmente presente. La mayoría de los lucios se situarán bien metidos entre las cañas, inactivos, y amparados por la infranqueable protección que les otorgan metros y metros de vegetación anegada, donde la oscuridad es total, incluso en el más brillante de los días de junio.
A pesar de esto, las áreas de rendimiento medio ofrecen magníficas posibilidades de cara a la pesca del esócido. Sabiendo adecuarnos al mayor dinamismo requerido por el entorno, los resultados no dejarán de sorprendernos.
Áreas de bajo rendimiento
Parcas en resultados, estas zonas de pesca conviene desecharlas directamente. Pescando las coberturas se hace necesario aprender a discriminar lo que parece bueno de lo que realmente lo es. Reconocer estas zonas puede llegar a ser un tema espinoso, no debemos olvidar que las coberturas son zonas de pesca vivas, sometidas a continuo cambio. La flora subacuática posee una naturaleza dual, capaz de crear y destruir paraísos de pesca en el transcurso de sus diferentes etapas de desarrollo.
El crecimiento de estos bosques sumergidos depende en gran medida de factores como la luz y la temperatura del agua. No todos los años se dan las mismas condiciones, y la proliferación de plantas subacuáticas puede variar mucho. En el peor de los casos, zonas donde los pasos y huecos entre la cobertura conformaban el apostadero ideal para el lucio, terminan convirtiéndose en una uniforme y densa alfombra vegetal, obligando a este depredador a desplazarse a nuevas zonas con una mejor visibilidad del medio que le rodea.