Siluros en invierno desde kayak

Siluros invierno

Salimos temprano, con la legaña aun pegada en el ojo, pero con la ilusión de unos niños pequeños. El día era muy frío, con una niebla penetrante que hacía calar hasta los huesos, -3ºC, las orillas blancas por la niebla congelada. El río estaba crecido y peligroso. Descargamos los kayaks, montamos los equipos, y decididos, nos lanzamos a por nuestro objetivo. Buscamos a los “grandes señores” del Ebro. Sabemos que será una dura jornada, pero la ilusión nos permite mantener la compostura.

 

El río esta muerto de vida. Las gélidas aguas del invierno hacen que los peces se mantengan pegados al fondo, y tengan una mínima actividad. Pero la pasion por esta pesca nos hace mantener la concentración. Pasan las horas y no hay rastro de los siluros, pero cuando los ánimos van cayendo… ¡¡¡LLEVO!!! El momento ha llegado. Una gran picada, dos clavadas para asegurar, y un pez que, tras unos segundos, pone rumbo al centro del río sacando línea y arrastrando rápidamente el kayak. Hay que guardar la compostura para no volcar y controlar la pelea. De repente da un giro y se dirige de nuevo a la orilla, hacia unos árboles sumergidos. El freno no será suficiente, porque si logra entrar en el árbol la pelea habrá terminado, así que bloqueo la bobina del carrete con la mano. Pedaleo marcha atrás con todas mis fuerzas. El equipo esta al límite. También mi equilibrio. Si algo falla y rompe, la tensión acumulada hará que pierda el equilibrio y vuelque, y no son aguas para un remojón. Pero por fin consigo parar la embestida de la bestia y hacer cambiar su rumbo. Ahora la corriente me dirige hacia una zona peligrosa. No me queda más remedio que meterme en un pequeño hueco remansado y terminar de cansar al titán desde allí. La boca se seca del esfuerzo, y el frío ha desaparecido por arte de magia. Por fin, con la ayuda de los compañeros consigo echarlo a tierra para hacer las correspondientes fotos. Es uno de los grandes del Ebro.

Los siluros en invierno
Como el resto de peces, los siluros son animales de sangre fría, por lo que su actividad estará condicionada por la temperatura del medio en el que viven, ya que adquieren parte de su energía de éste. Así pues, aguas templadas favorecen la actividad, mientras las aguas frías la frenan. Pero por suerte para el pescador persistente, los grandes peces deben mantener una mínima actividad incluso en los días más fríos del año, para seguir aportando nutrientes a sus grandes organismos. Es pues este tiempo de grandes siluros, pero sobre todo de grandes “bolos”. La proporción de grandes siluros aumenta respecto a los de pequeño tamaño, que se mantienen más inactivos, pero la pesca se convertiré en dura y complicada. Es bastante habitual que durante la época invernal nos vayamos a casa sin haber tenido ninguna picada. Podemos pasar mil artificiales por delante de un siluro, que si no damos con esos pequeños momentos de actividad, todos nuestros esfuerzos serán en vano.

Por tanto, estas frías jornadas nos pueden dar grandes alegrías, pero se debe estar psicológicamente preparado para afrontarlas y no volver a casa con ganas de vender el equipo.

La pesca
La pesca del siluro cambia totalmente en invierno. La inactividad de los peces nos obliga a mantener los señuelos más tiempo cerca de ellos, por lo que es de obligada necesidad pescar lento y con control total del señuelo. Habrá que dar tiempo suficiente a los inactivos peces de decidir si atacan nuestro señuelo. En caso contrario lo ignorarán sin contemplaciones. Parece fácil, pero esto supone arriesgar muchos señuelos, y el río esta lleno de trabas que nos harán perder muchos de ellos. Si a esto le sumamos la poca actividad, y que trabar embarcado en una zona de corriente puede ser peligroso, el tema se complica bastante. En zonas con algo de corriente, las trabas nos pueden complicar mucho la vida, debido a la deriva a la que nos obliga la corriente y al bloqueo producido por la traba. Maniobrar rápidamente en estas situaciones es vital, ya que el tirón pr
oducido si se vaciase el carrete, puede tirarnos al agua y terminar con el final feliz de nuestra jornada.

Siluros invierno 2
El río
El Ebro que encontraremos durante los meses invernales, es un río muy diferente del que disfrutamos durante las apacibles jornadas veraniegas. Las continuas lluvias que se producen desde el otoño a la primavera en el norte de la península hacen que un río torrencial como el Ebro, muestre su lado menos amable. Aguas altas, grandes corrientes y rebufos nos acompañarán habitualmente en las jornadas invernales, haciendo que en ocasiones tengamos que estar más pendientes de la navegación que de la pesca. Si a esto le sumamos las trampas y peligros que esconden la mayoría de tramos del rio, hacen desaconsejable el acceso de los desconocedores de estos peligros.

Azudes con rebufos de los que resultaría muy difícil salir, tomas de agua que absorben a través de túneles gran parte del caudal total, remolinos, árboles sumergidos y piedras con los que podemos chocar o quedar enganchados y que en el mejor de los casos nos provocarían un golpe, aunque no es raro un vuelco debido a estos accidentes. Por lo tanto el conocimiento es fundamental, y no se debe desestimar en ningún momento la fuerza del agua. Es este otro motivo para que la concentración sea fundamental. De nada sirve ponernos en riesgo por disfrutar de una jornada de pesca. El chaleco salvavidas será nuestro amigo inseparable en estas jornadas de pesca si pescamos embarcados, pero hay peligros de los que no podrá sacarnos. Por tanto, el sentido común, y el conocimiento de nuestras capacidades y limitaciones, deben marcar nuestras jornadas.

Las zonas de pesca
Desde el Delta del Ebro, hasta bastante arriba, podemos encontrar siluros, con zonas de corrientes o aguas paradas, si bien, algunas de estas zonas se llevan la palma en cuanto a grandes ejemplares. Mequinenza ha marcado la diferencia en lo que respecta a grandes ejemplares desde que el siluro se estableció en las aguas de la cuenca. Esta zona nos permitirá pescar los mayores ejemplares, produciendo peces de hasta 2,60 metros, que quitarían el sueño a cualquier pescador. Además, esta zona tiene la ventaja de que nos permitirá pescar con mayor comodidad entre las altas aguas del invierno. Orillas limpias y buena pesca, es lo que ha permitido la gestión realizada por el coto. El invierno es el mejor momento para los grandes ejemplares en esta área, ya que el cebado masivo con pellets durante el verano, hace que estos abandonen sus posturas de caza para comportarse como vacas que pastan en esos fondos artificialmente llenos de comida. Sin embargo, durante el invierno, la ausencia de  les hace recolocarse en sus posturas.

El delta del Ebro y zonas aledañas también está dando tremendos ejemplares en los últimos años. La gran profundidad en estas zonas, junto con el gran caudal acumulado en las áreas más bajas del Ebro, hacen que reúna las condiciones propicias para albergar siluros récord. Si a esto le sumamos la abundancia de comida, tanto de peces de agua dulce, como de peces de agua salada que remontan los kilómetros finales, nos encontraremos con una masa de agua perfecta de engorde para los peces. Las corrientes en esta zona serán la tónica general, con un río grande y ancho que puede llegar a sobrecogernos en ocasiones, pero seguro que conocer sus tesoros conseguirá subirnos el ánimo.

El equipo
La caña debe ser potente, como para poder pelear un pez grande con garantías de éxito. La acción, 100-200 gramos o incluso más, sin perder atención a la resistencia del  blank que suele expresarse en libras, y que guarda relación con el freno que puede soportar. El carrete de calidad, con un buen freno, que para mí, es la parte más importante del equipo. Si el freno no es de calidad, podemos cambiar por discos de carbono, lo que supondrá una gran mejora del carrete. Haré especial hincapié en la línea. La línea debe ser muy resistente para este tipo de pesca. No vale de nada lanzar cinco metros más porque nuestra línea sea más fina, si luego partimos y dejamos al pez con el señuelo en la boca, produciéndole daño, y sin conseguir nuestro objetivo. Estos trofeos son complicados, por lo que no hay que dejar cabos sueltos. Para mí, mínimo, trenzado de 80 libras (solo si hacemos los nudos perfectos), y de ahí para arriba.

Siluro invierno 3
Pesca en kayak
La pesca en kayak es el clímax de la pesca del siluro. La batalla de uno de estos peces desde un kayak, manejándonos a su antojo por el cauce, no se puede describir. Adrenalina en estado puro. Tendremos que tomar muy rápido las decisiones, y el caudal durante esta época no nos dará tregua. Los kayaks tradicionales (con pala) quedan descartados durante esta época, ya que podríamos meternos en líos fácilmente. Pueden cumplir su función durante el estiaje. Por tanto, si queremos pescar en invierno, necesitaremos un kayak propulsado por pedales. Existen de dos tipos hasta la fecha: los primeros, llevan unas aletas que se mueven con el pedaleo. El sistema de propulsión es eficiente, y nos permiten pasar por zonas de poco calado con comodidad y sin necesidad de levantar el mecanismo. Los segundos disponen de una hélice similar a la de un motor eléctrico, movida por unos pedales. También es eficiente. En zonas muy someras tendremos que levantar la hélice (lo cual no es necesario en invierno). Para mí, la gran ventaja que tienen respecto a los otros, es que nos permiten maniobrar con facilidad hacia delante y hacia detrás. En cualquiera de los casos, si decidís comprar alguno de estos kayaks, tratad de comprarlo directamente al importador para evitar intermediarios y gastos extra.

Fuente

Federpesca

 

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