Texto y fotos: Daniel Martínez.
Puede quizás que la pesca del black bass sea por varios factores, un tipo de pesca que dista mucho de poder llamarse “estática”. La propia naturaleza del pez y su carácter depredador, hace que podamos encontrarlo merodeando por diferentes lugares en busca de presas, o simplemente en un buen lugar donde poder permanecer escondido y sin riesgo hasta que vuelva la necesidad de alimentarse. A veces los vamos buscando yendo directamente a las diferentes estructuras, puntales y reculas que por la época del año consideramos oportunas.
Muchos de los señuelos empleados en la pesca de esta especie y en especial los que son del tipo “rapalas” y similares, nos permiten cubrir una masa de agua de un tamaño considerable y de una manera rápida, por lo que tras varios lances podemos seguir avanzando en busca de nuevas oportunidades.
El black bass no es un pez como los ciprínidos que tras sortear el puesto, montar el asiento donde nos haya tocado y con el equipo preparado para la distancia y fondo al que queramos pescar, podamos valernos del uso de engodo u otro medio para cebar e intentar atraerlos al sitio donde tengamos la intención de presentar nuestro cebo.
Si en un tipo de pesca, para obtener capturas se intenta atraer a los peces a nosotros, en la pesca del depredador más bien nosotros vamos a ellos, siendo un poco y con muchísimos matices, “un tipo de cacería”, en la que afortunadamente tras la lucha que nos ofrece, siempre tenemos la oportunidad de poder devolverlo vivo al agua para satisfacción de todos.
La abundancia de las especies es otro factor, donde claramente el número de depredadores siempre es inferior al de posibles presas, para que se mantenga el equilibrio en la cadena alimenticia, por lo cual también pueden encontrarse más repartidos y diseminados.
Una forma diferente de entender la pesca del bass
La propuesta que hago para pescar el black bass de una manera estática dista mucho, muchísimo, de la idea de cargarnos con todo el equipo de pesca que tengamos, de hacer acopio de un gran número de cañas, gran variedad de señuelos y plantarnos en el primer sitio que veamos agua, con la intención y certeza de sacar una gran cantidad de peces. Si no tenemos en cuenta una serie de factores, acabaremos cargando demasiadas cosas para tener una jornada como mucho aceptable.
El grado de experiencia del pescador es un factor que juega una parte decisiva, cuando nuestra jornada de pesca del black bass va a ser de un modo estático, tanto a la hora de manejar un buen abanico de posibilidades, montajes y presentaciones como en el momento de detectar picadas y clavar correctamente para no desaprovechar las oportunidades que se nos presenten, ya que son limitadas.
Otros factores a tener en cuenta que conjugan entre ellos son la época del año, el lugar de pesca y el horario que elijamos. Esta manera o planteamiento de afrontar nuestra jornada de pesca puede ser muy fructífera en invierno, por ejemplo. Si tenemos un lugar conocido, donde sabemos que hay muchos metros de profundidad formado por un cortado de piedras, pescándolo las horas centrales del día, con paciencia y con gran variedad de opciones a la hora de la presentación donde debe primar la sutileza, posiblemente obtengamos mejores resultados que deambulando por la orilla durante toda la jornada.
Otras veces esta manera de afrontar la jornada puede darse en épocas con temperaturas más suaves, en lugares que conocemos y sabemos que abundan las coberturas vegetales, donde hay troncos o rocas formando apostaderos. La idea es abrir la mente, y pensar en esas veces en que por ejemplo, nos tiramos toda la jornada pescando desde orilla una sola recula, en la que quizás por tener cierto tamaño y sucederse las capturas, no acabamos andando más de cien o doscientos metros.
Montando nuestro campamento base
Pues aquí la idea es afrontar ese mismo escenario pero con muchas más posibilidades, teniendo claro que llevar cuatro o cinco cañas atadas con unas cintas no dista mucho del esfuerzo de llevar un par de ellas y que algo más de peso en nuestras riñoneras o mochilas, tampoco supone mucho pensando en que no lo vamos a estar transportando todo el rato, sino simplemente del vehículo al lugar de pesca, y de éste, si acaso a otro, ya que en la zona central del sitio seleccionado, montaremos nuestro “campamento base”, donde podemos dejar las cosas puestas para acceder a ellas fácilmente o simplemente ir soltando señuelos, sin tener que estar atento de guardarlos para seguir caminando.
Está claro que al tener más cañas montadas, sin duda probaremos muchos más señuelos y tipos de montajes, en ocasiones dando pasadas con una caña en ambas direcciones, distanciándonos un poco de nuestro equipo principal, para volver y cambiar de caña, dándole siempre oportunidades preferentemente a lo que creamos que mejor va a funcionar.
Aquí hay que tener cuidado de no ir dejando señuelos y demás componentes de nuestro equipo diseminados por nuestra zona de pesca, con la esperanza de al finalizar recogerlo todo, ya que muchas veces se nos quedarán cosas extraviadas.
El hecho de pescar toda la jornada en una zona relativamente pequeña de orilla, hace que adquiramos un mejor conocimiento del fondo y del lugar donde estamos pescando y nos hagamos una mejor idea de todo lo que se esconde a nuestra vista bajo el agua
La práctica y los sucesivos lances, con sus ocasionales pérdidas de señuelo por los enganches, nos ayudarán a saber cuál es la composición del fondo; si hay más o menos estructuras y si éstas están formadas por rocas sueltas de mayor o menor tamaño, por troncos sumergidos o restos de pequeñas plantas. La mayoría de nuestras picadas se producirán cuando nuestro señuelo este alrededor de estas estructuras, si no al salir de ellas.
Además de la composición del suelo y de sus estructuras, es muy valioso localizar los escalones del terreno, que permiten al depredador estar relajado a la espera y la posibilidad de cambiar a aguas mucho menos profundas rápidamente.
En la pesca, en ocasiones el hecho de lanzar dos o tres metros hacia un lado u otro con respecto a lances anteriores que no han dado resultado, puede marcar la diferencia entre no sacar nada y que se sucedan las picadas y las capturas, evidentemente, cuando damos con “el agujero”, realmente hemos encontrado ese escalón o esa estructura predominante en la zona con los requisitos ideales para nuestros amigos.
Además del conocimiento de la zona de pesca que vamos adquiriendo, hay que prestar especial atención a los lances y los lugares donde obtengamos picadas, aunque no se hayan traducido en la tan ansiada captura, para tenerlos en cuenta en la siguiente vuelta por ese sitio e intentar tentar al pez con otro señuelo o quizás con otra técnica de pesca, para modificar la presentación inicial.
Es muy importante no obcecarse si vemos un pez rondando cerca de nosotros y tras algún que otro lance, no logramos llamar su atención. En la pesca estática, insistir de más no suele traer buenos resultados en estos casos. Al igual que en esas ocasiones en la que vemos que el pez viene detrás de nuestro señuelo, pero ya muy cerca de nosotros, de manera que si seguimos recogiendo hilo, acabaremos dejándonos ver por el pez y encima no haremos que pique.
Lo más sensato es dejar de recoger, y que nuestro señuelo se hunda para luego sacarlo del agua sin llegar a delatar nuestra posición. Todo el escándalo que hagamos y lo que nos dejemos notar en la orilla, irá claramente en detrimento de nuestras capturas.
La elección de los señuelos
A la hora de seleccionar los señuelos que van a formar parte de nuestro equipo para la jornada de pesca estática, hay que tener presente que es necesario contar con un cierto repertorio de artificiales, pero tampoco hay que abusar y echar cualquier señuelo a fin de amontonar posibilidades que luego no vamos a utilizar.
El hecho de ser una pesca estática hace que podamos llevar más señuelos de los que normalmente transportaríamos en nuestra jornada de pesca desde orilla. Llevaremos diferentes señuelos y tendremos la posibilidad también de llevar el mismo señuelo en diferentes colores, o bien variando su tamaño
No pocas son las veces en las que estamos pescando, nuestro señuelo ha pasado varias veces por algún sitio sin tener picada y tras simplemente cambiar el color del señuelo, se produce la tan esperada captura.
La idea sería llevar una variedad de opciones que nos permitan registrar las diferentes capas de agua de una manera efectiva, además de poder alternar señuelos que emitan más vibraciones o menos, dependiendo siempre de la situación de pesca en ese momento.
Los duros. Pensando en señuelos duros, normalmente deberemos contar con algunos “paseantes” y poppers para poder presentar nuestro señuelo por la superficie, rápido o lento, dependiendo de la época del año y la zona de pesca. Para descender un poco en la capa de agua en la que queremos trabajar, resultan muy convenientes los jerkbaits que, aunque dependiendo del tamaño del babero, su profundidad de natación suele ser en torno al metro o metro y medio de profundidad, siendo un escalón ideal después del uso de “paseantes”. Seguido de esto, también deberíamos contar con algún crankbait para poder presentar nuestro señuelo a mayor profundidad. Los lipless con sus vibraciones al igual que las spinnerbaits, nunca pueden faltar en nuestro equipo, siendo éstos unos señuelos polivalentes que podremos utilizar en diferentes profundidades. Nunca hay que descartar el uso de algún swimbait ya que puede depararnos alguna que otra captura de buen tamaño. El uso de jigs también hay que tenerlo en cuenta, nos permiten trabajar por el fondo rápidamente, lograremos con ellos lances largos y podremos usarlos con buen resultado entre la leña o rocas que formen las coberturas del black bass.
Los blandos. Los señuelos blandos nunca deben faltarnos, pues su variedad y el gran abanico de posibilidades que nos ofrecen, se hacen necesarios para una jornada provechosa. Dentro de nuestro repertorio deberemos contar con algún jerkbait blando, del tipo Super Fluke, fix minnow o similares; alguna lombriz como la curly tail o c´ell worm, otras lombrices con la cola diferente como la vista worm o la finnese. Los cangrejos siempre deben tener su sitio en nuestro equipo, al igual que los ikas, senkos y las “criaturas”. En cuanto al color de nuestros señuelos, hay que procurar llevar un repertorio variado a fin de que tengamos la oportunidad de hacer cambios sutiles en ocasiones, y más radicales en otras. Si bien es cierto que el color watermelon red podría considerarse el comodín para esta pesca, no debemos dejar de lado otros tan productivos como el cinnamon purple, el green pumkin, el blanco o el junebug, por nombrar algunos de los más destacados.
[embedded content]Fuente original: Federpesca