Mangar
El barbo más grande del mundo
Texto: Arnout Terlouw.
Fotos: Arnout Terlouw, Wei Loong Leong y Sina Khajeh Nouri.
En la última década se han explorado casi todas las partes del mundo, persiguiendo nuevas especies de agua dulce, desde el esquivo goonch al luchador papuan black bass. Pero una zona ha sido pasada por alto hasta hace relativamente poco. Prácticamente nada se ha publicado de una desconocida especie que vive en una de las zonas del mundo más devastadas por el terror y las guerras civiles. En esta zona en cuestión, todavía se pueden encontrar ejemplares del barbo más grande del mundo, el rey de los barbos (Barbus esocinus), el Mangar, que puede crecer hasta los 100 kilos de peso.
Estos esquivos barbos aún se pueden encontrar en los ríos y presas del Kurdistán de Irak, Siria, en el sur de Turquía y en Irán. Los tres primeros son lugares muy arriesgados y peligrosos para viajar, pero Irán se está abriendo cada vez más a los turistas y se considera en la actualidad un país seguro para viajar.
Peces de ensueño
El año pasado me puse en contacto con Sina Khajeh Nouri, un experimentado pescador iraní, que me mostró algunas fotos de mangares muy grandes, que habían sido capturado en Irán, con equipos de pesca y también con líneas de mano. He estado estudiando esta especie desde hace más de 15 años, recogiendo toda la información y fotografías que me ha sido posible, (que no era mucho) e incluso planeé un viaje a Siria antes de la guerra que estalló posteriormente, pero hasta ahora sólo había sido un mero sueño. Cuando Sina me dijo que mi sueño se podría convertir en realidad, no dejé escapar la oportunidad. Se ultimaron los detalles y a finales de septiembre, ya estaba de camino a Irán con la mochila a la espalda. Apenas podía creerlo después de haber estado tantos años soñando con los mangares.
El soong
Un par de meses antes de este viaje conocí a un compañero trotamundos de Malasia, llamado Wei Loong Leong, que tuvo una escala en Amsterdam volviendo de un viaje a Colombia para pescar peacock bass. Le hablé sobre mi viaje a Irán tras los mangares y se emocionó casi más que yo. Cuando le pregunté si le gustaría acompañarme en este viaje, no se lo pensó ni un segundo y se apuntó. También sería una agradable oportunidad de pescar otra vez juntos después de tantos años. Así que el 1 de octubre nos reunimos en Teherán, una metrópoli enorme de alrededor de 16 millones de personas y un número aún mayor de coches y motos por la cantidad de ellos que pululan por sus calles.
Estuvimos un día en Teherán y tras reunirme con Sina, me despedí de mi novia y al día siguiente temprano, ya estábamos camino hacia el aeropuerto para un vuelo corto a Ahvaz, cerca de la frontera con Irak, donde nos esperaba un coche. Dos semanas antes, llegaron a los 50 grados, pero ahora decían que hacía “frío”, con cerca de 30 grados y un tiempo bastante ventoso y brumoso, con poca visibilidad. Un desayuno “saludable” a base de hígado de oveja, riñones, kebab y por supuesto un poco de té tradicional y nos dirigimos a las montañas. Tras un par de horas llegamos a un pequeño pueblo donde fuimos recibidos por la familia de los pescadores locales y el barquero Mehti, que se nos unió a la excursión. Durante otra acogedora ceremonia del té, nos mostraron una foto de un mangar, conocido localmente como soong pescado recientemente en la presa, de 70 kilos de peso.
Inicio frustrante
Después de cargar un camión entero con cosas para el camping, suministros para los próximos días y nuestros equipos de pesca, nos condujeron al gran lago, una antigua presa del río Karun, donde nosotros estábamos esperando con algunos otros pescadores locales y el barco. Estaba claro que el nivel del agua era bastante bajo, pero era normal para esa época del año. Lo que no sabíamos era que continuaba bajando muy rápidamente, pero pronto lo descubriríamos. Debido al nivel de agua baja, 10 metros menos que en la primavera, resultó difícil encontrar una buena zona para acampar con sombra en las laderas empinadas y rocosas.
Después de inspeccionar algunos puntos posibles, nos decidimos por una pequeña península, sin ninguna sombra, excepto un árbol grande. Como se puede imaginar pescábamos a última hora antes del atardecer, así que después de poner a punto nuestras cañas y otros trastos, estábamos listos para efectuar nuestros primeros lances en el agua clara.
Después de unos lanzamientos desde la orilla me di cuenta que había un gran pez delante de mí, mostrándome su flanco dorado y la cola. Pero podía ser otro barbo que habita en estas aguas, un shirbot (Barbus grypus). Aunque esta especie no crece tanto como el mangar, no superando los 25 kilos de peso. Según Sina es una especie que lucha mucho e incluso es más fuerte que un mangar.
Tras una hora sin ninguna picada, montamos las tiendas y nos dispusimos a cenar: kebab de pollo con arroz y no sería el último. Después de descansar sin problemas, nos despertó el fuerte viento que casi se lleva nuestras tiendas. No eran desde luego las mejores condiciones para comenzar a pescar. Después del desayuno: té, huevos revueltos y pan local, nos dirigimos a una recula protegida donde probamos los primeros lances desde la orilla. No tuvimos ni una picada por lo que decidimos intentarlo desde el barco. Así finalmente conseguimos la primera picada de un mangar, mi primer mangar, un ejemplar de 3 o 4 kilos, un ejemplar pequeño, pero era mi primer mangar. Se había tragado entera mi cucharilla Mepps, cosa que se repetiría en los próximos días.
Después de ese prometedor comienzo ni una sola picada en el resto del día, aunque vimos algunos ejemplares de mangar y de shirbooth nadando en las aguas poco profundas de una gran isla, pero sobre todo eran peces pequeños, pero Wei Loong también vio un pez mucho mayor en el lado más profundo de la isla. Lo intentamos con muchos señuelos diferentes pero no tuvimos ni una picada, fue muy frustrante, incluso para Sina.
Primeras capturas
A la mañana siguiente nos dimos cuenta de que el agua seguía bajando rápidamente, otros 30 centímetros más en menos de 24 horas. Deben haber abierto la presa y no sabemos la cantidad de agua que tuvo que ser desembalsada con un embalse tan profundo y de casi 45 kilómetros de largo, para bajar 30 centímetros en una día. De pasadas experiencias con las carpa, yo sabía que esto normalmente no es bueno para la pesca y combinado con el frente frío y el viento fuerte que tomaba el agua de algunas partes del lago, no nos enfrentábamos a las mejores condiciones de pesca.
Tras pasar la mañana en los alrededores de la isla donde divisamos los peces el día anterior, decidimos probar suerte en un profundo cañón. Según Sina no es un lugar para muchos peces, pero cabe la posibilidad de que salga uno realmente grande. Las paredes verticales del cañón no sólo nos ofrecieron sombra, sino que también nos protegerían del viento. Debido a que el agua era muy profunda, elegimos señuelos que profundizaran mucho, como por ejemplo este pesado lipless, un Gunki Kaiju Spin 70 S, de 35 gramos de peso, con una pala de spinner en la cola
Resultó ser una decisión correcta porque después de coger dos pequeños mangares, conseguí uno de mejor tamaño a la caída, en unos 15 metros de profundidad. Una vez clavados los peces se esforzaban en dirigirse a la pared de roca, pero me las arreglé para mantenerlos lejos de allí. Después de un par de minutos pudimos ver un mangar bonito. Sina ya lo celebraba cuando por poco se nos escapa, cuando Wei Loong intentó cogerlo por dos veces. Al final lo izamos a bordo, no era un monstruo pero con sus 14-15 kilos de peso, me hacía realmente feliz. Realmente necesitábamos este pez después del duro comienzo.
Señuelo ganador
Al día siguiente el mismo señuelo demostró ser un ganador, ya que habíamos capturado un par de peces con él, justo antes de la entrada del cañón, un clásico cuello de botella. Tras movernos como unos 100 metros, lanzamos a unas interesantes rocas sumergidas frente a la punta de la isla, pero no pasó nada. Pero a mitad de camino entre las rocas y la isla, tuvo un toque y después un fuerte ataque. Loong Wei estaba esperando su primer pez, pero mientras yo luchaba con el mío, él clavó uno también. ¡Doblete! Mi pez parecía de tamaño medio, pero Wei Loong tuvo problemas para controlar el suyo, también debido a que él pescó con una caña demasiado ligera.
Después de unos minutos pudo pesar su pez: un mangar de unos 10 kilos de peso. Estaba claro que había un bando de peces activo, así que después de las fotos regresamos al mismo lugar. No pasó mucho tiempo antes de que tuviera otra picada a la caída. Sentí que se trataba de un pez más grande, más lento pero más potente, con grandes sacudidas de su cabeza. Resultó ser un mangar “hump backed”, de cerca de 20 kilos. No era el “monstruo” de más de 30 o 40 kilos que esperábamos, pero era lo suficientemente grande para que Sina y yo estuviéramos muy contentos, al menos por el momento.
Condiciones difíciles
Después de que el bando de mangares parecía haberse desplazado, seguimos intentándolo sin éxito durante todo el día, sobre todo cuando perdí mi señuelo de la suerte, que se enganchó en una vieja red sumergida. También probé dos tardes con pez muerto y tripa de pollo, pero tampoco funcionó. Sina nos dijo que mejor volviéramos en primavera, cuando la pesca es más fácil y los mangares se concentran en determinado lugares de los lagos, en aguas más superficiales. Pero una semana más tarde, cuando yo estaba todavía recorriendo este maravilloso país, Sina me mostró algunas fotos de grandes peces, cerca de 40 kilos, que capturó un amigo suyo en otra presa, unos días antes. Así que ahora tengo que decidir cuándo volver, con la primavera ya avanzada cuando el agua comienza a calentarse después del invierno, o en otoño, con la esperanza de que hay mejores condiciones. Una cosa es segura, que regresaré pronto, con la esperanza de enganchar un monstruo. ¡Gracias Sina por tan inolvidable experiencia!
El mangar o soong
El luciobarbus esocinus, localmente conocido en Irán como soong o mangar, puede crecer más de 2 metros de longitud y más de 100 kilos de peso. En 2010 fue capturado un pez de 123 kilos y 2,25 metros en la presa de Karakaya, Turquía, y también se han divulgado peces de más de 150 kilos. Barbus rey es originario y endémico de los sistemas del río Tigris y Eufrates en Irán, Turquía, Siria e Iraq. Es un pez muy fuerte como un lucio grande, con una gran cabeza y una boca sin dientes y cuatro barbillones alrededor. Es una especie estrechamente relacionada con el barbo comizo ibérico. Es un pez omnívoro, pero preda principalmente sobre crustáceos y peces pequeños. El desove se produce en marzo o abril, después de que nivel del agua suba a través de las inundaciones primaverales y los huevos son depositados entre grandes piedras en la parte profunda de los ríos y lagos. En la lista roja de UICN es considerada una especie amenazada y está clasificado como “vulnerable”.
Fuente original: Federpesca