La providencial llegada de las lluvias en otoño ha propiciado las crecidas de los ríos con la consiguientes subida de los embalses prometiéndose una primavera apasionante, para la pesca y cualquier actividad al aire libre.
Estrategias en “aguas nuevas” con tiempo frío
La pesca no será nada fácil con la entrada abundante de agua. Lo mejor será hacer coincidir las primera lluvias previas a la entrada del invierno con nuestra sesión de pesca, buscando alguna entrada de agua al embalse con acceso rápido a profundidad. Estos días de plena actividad de los peces serán muy pocos, por lo que deberemos andar listos para “pillarlos”. El cebado tendrá mucha menos importancia que la localización de los peces, si están activos, y por la zona seguro que nuestras alarmas delataran su presencia.
Leyendo el agua
Si sabemos leer bien el agua y conocemos la zona, tenemos altas posibilidades de éxito.
En caso de que “no nos quede mas remedio” que acudir al embalse en plena crecida, lo mejor será que busquemos zonas profundas, que no estén recientemente inundadas y mantengan cierta “claridad” en sus aguas. En este caso la ayuda de una sonda y la documentación que tengamos de la zona (mapas, fotos de antes de la subida del embalse, puntos marcados en el GPS) nos ayudará mucho a la hora de buscar un “agujero” en el que creamos que los peces puedan estar agrupados. De nuevo el cebado debe pasar a un segundo plano y será condición fundamental localizar a los peces. Aún así no se asegura que estos estén por la labor de alimentarse.
Paciencia, el arma definitiva
Esta situación de pesca no se hace nada fácil –peces inactivos y tiempo desapacible– por lo que mejor que nos armemos de paciencia, y si nos vamos con un “bolo” a casa, pensad que esto es experiencia útil, seguro que aplicable para un futuro.